domingo, 28 de julio de 2013

CUANDO NADIE ME VE

Hoy me he levantado con una sensación extraña, de nostalgia, de tristeza, algo se removía dentro de mi. Quizá la tragedia de esta semana ocurrida en Galicia, donde 79 personas han perdido la vida, y decenas han resultado heridas haya contribuido a ello. Las imágenes y los relatos que los días posteriores hemos visto a través de los medios de comunicación han sido difíciles de digerir. Dolor, conmoción, tragedia, un conglomerado de emociones que en el momento tratas de asimilar, pero que pasados unos días te das cuenta que son complicados de asumir. Algo así me ocurrió a mí hace ya 5 años. Perdí a una de las personas más importantes de mi vida, MI PADRE. Un amante de la vida, apasionado de ella, de todo lo terreno. Un apasionado de su familia, sus amigos, su trabajo, y todo aquello que le rodeaba. Disfrutó y exprimió la vida al máximo, algo que cuando pienso en él y me entristezco por su pérdida me ayuda a remontar, porque se que nunca dejó nada sin hacer, aunque también se que de haberse quedado más tiempo hubiera hecho mucho más. Era un hombre incansable, luchador y defensor de sus ideas y principio, algo que más de una vez le pasó factura, como más adelante os explicaré.