Mercé Rivas Torres |
Desde
que comenzó la crisis económica los
ciudadanos europeos pensamos más en nosotros mismos que en lo que pasa en el
resto del mundo.
Los
temas que no tengan que ver con la Comunidad Europea o con las novedades en
Estados Unidos o China no tienen cabida
en los medios de comunicación. Han bajado a
segunda división.
Independientemente
de la atención que prestemos al resto del mundo el año pasado se contabilizaron
40 conflictos armados, la mayoría en África y Asia, seguidos por Oriente Medio,
Europa y América. Estos enfrentamientos son los oficiales pero junto a ellos
podemos encontrar numerosos conflictos de “baja
intensidad” que hacen sufrir
igualmente a los ciudadanos que los padecen.
En
Europa y Estados Unidos estamos tan concentrados en observar nuestras miserias,
que no son pocas por cierto, que apenas
nos fijamos si Israel vuelve a bombardear a los ciudadanos de Gaza, si Naciones
Unidas reconoce a Palestina como estado observador de la mayor organización
mundial o si al mismo tiempo que los palestinos lo celebran, el Gobierno
Netanyahu decide edificar de nuevo asentamientos en terrenos que pertenecen a
los palestinos.
En
el Cuerno de África siguen siendo víctimas de una terrible sequía y de la
subida de los precios de los alimentos, hecho que se decide a diario en la
bolsa de Chicago. Los principales bancos
cotizan en este tipo de productos.
Y
como denunciábamos hace unos meses desde estas mismas páginas al norte de Mali,
junto a la frontera de Argelia y Mauritania se ha creado un estado liderado por
terroristas, Azawad, que a base de ignorarlo nos va a dar en el futuro más de
un dolor de cabeza. Después de emplear muchísimo dinero y de haber dejado
muchos muertos europeos y americanos en Afganistán, nos encontramos con una
próxima retirada y nos preguntamos si realmente ha servido para algo.
Llegamos
tras el 11S para ayudar a que el primer mundo estuviese más seguro frente a las
amenazas talibanes, pero ahora que nos vamos éstos fanáticos barbudos siguen a
sus anchas, las mujeres un poco más organizadas continúan luchando por ser personas, las niñas se
enfrentan a sus padres por ir a la
escuela y yo me pregunto: ¿no merece esta intervención una reflexión? ¿ha
merecido la pena?
Pues
bien, todavía no han regresado todas las tropas y Naciones Unidas y algún que otro país europeo como Francia se está
planteando intervenir en 2013 en Azawad.
Al
Qaeda manda en la zona y son muchos los yihaidistas
de países vecinos llegados a la zona con el afán de coger un rifle por 300
euros al mes. Mali el país directamente afectado apenas tiene ejército, ni
policía, ni dirigentes capaces de defender nada, hablamos de un “estado fallido” pero la presencia de
estos fanáticos a mil kilómetros de de
Canarias también merece una reflexión.
Desgraciadamente
los ciudadanos europeos y los americanos
no se preocupan del tema, ni siquiera lo conocen, salvo aquellos (minoritarios)
que leen las páginas de internacional de los principales periódicos. Nos seduce
más saber que el fiscal general de Nueva York, Eric Schneiderman, está
investigando a varias firmas de “Capital Riesgo” por evasión de impuestos al
fisco estadounidense que recordar que a pesar de los acuerdos de paz y del
proceso de transición iniciado en Congo en 2003 siguen habiendo muertos,
matanzas y refugiados, esas personas que deben abandonar su país con lo puesto
pues su vida peligra.
Algo
similar ocurre en otros conflictos
olvidados que ni siquiera salen en los informativos ya que los medios de
comunicación del primer mundo no pueden permitirse el lujo económico de enviar
corresponsales a países como Uganda donde viven un intenso conflicto armado en
su frontera del norte con numerosos refugiados, especialmente mujeres y niños,
los cuales suelen ser el 80% de los afectados de estos movimientos.
Naciones
Unidas y la Agencias especializadas en refugiados, Acnur y UNRWA (Palestina)
piden fondos para darles protección pero los países cada vez dan menos
recursos, ya saben: la crisis.
Las
mujeres y los niños también han sido los más castigados en el conflicto
colombiano. Miles de ellos son desplazados internos (han tenido que refugiarse
en otra zona del país) acosados por la guerrilla, los paramilitares o por el
Ejército oficial. En estos momentos las FARC y el Gobierno negocian pero la
población civil sigue sufriendo aunque los sonidos del dolor no nos llegan a
los europeos. Pero “nuestra crisis económica” sí ha llegado al Tercer Mundo.
Sus economías se han ralentizado, sus exportaciones han disminuido, se han
reducido las remesas que los emigrantes enviaban a sus familiares y la
inversión extranjera y finalmente la
cooperación en proyectos al desarrollo en esos países se ha quedado en los
huesos.
En
pocas palabras: nos hemos olvidado de los que están infinitamente peor que
nosotros, les hemos dejado de apoyar para seguir mirándonos día a día al espejo
para llorar nuestras desgracia.
Resulta triste pero es así
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