lunes, 24 de junio de 2013

ME AVERGÜENZA TENER ESCLAVOS

La ropa que llevamos los europeos, pero también los españoles, está manchada de sangre. Tras los vestidos a 19,95 euros hay muerte, corrupción, explotación, sangre y sufrimiento. 

Resulta muy escandaloso y escalofriante ver como más de 1.127 personas han muerto, 2.438 han resultado heridas y 98 desaparecidas en las últimas semanas en Bangladesh, en fábricas insalubres, en donde trabajan en condiciones infrahumanas, en régimen de esclavitud por un salario que va de los 30 a los 38 euros mensuales.
Pues bien, centros de trabajo como esos hay también en China, India Argentina, Marruecos e incluso en España, los cuáles surten a todas esas tiendas a las que solemos acudir a comprar la ropa que llevamos a diario. Ahora, estas cadenas textiles anuncian acuerdos para que se hagan constantes auditorías en Bangladesh, vigiladas por la OIT (Organización Mundial del Trabajo). No hay que olvidar que es un negocio de 15 millones de euros al año que da trabajo (en régimen de esclavitud) a 3 millones de personas. Es un pilar de uno de los países más pobres del mundo. Este sector textil aporta en torno al 80% de los productos que Bangladesh exporta, unos 20.000 millones de euros. Y aunque parece mentira, este fértil país puede producir alimentos para cubrir una población veinte veces superior a la actual, pero la población sufre malnutrición ya que las tierras están controladas por unos pocos.

Y aunque dudemos mucho de que las condiciones laborales de estos trabajadores cambien, es importante que esos puestos no se destruyan ya que son el mínimo sustento de millones de personas. ONG´s y sindicatos tendrán que trabajar duro por mejorar la vida de estos bengalíes, los cuáles tienen jornadas de trabajo extenuantes, sin vacaciones, en edificios repletos de grietas, con techos de uralita que hacen que el calor sea intolerable, sin ventilación e, incluso, sin permisos de maternidad.
En épocas de temporada alta, en donde las firmas exigen rapidez para tener a punto las colecciones de temporada en sus escaparates, hay trabajadores que han declarado trabajar tres meses sin un día de descanso o quince noches seguidas. Y la situación se agrava cuando deciden acudir a las subcontratas. En éstas la esclavitud ni se comenta. Los capataces de estas empresas coinciden en que lo importante es servir el pedido, no en las condiciones que se elabore. Todo vale.
*Continuar leyendo este artículo de Mercé Rivas Torres en:
http://www.nuevatribuna.es/articulo/sociedad/me-averguenza-tener-esclavos/20130621144436093855.html

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