domingo, 20 de enero de 2013

ANIVERSARIO NEGRO DE GUANTÁNAMO

Mercé Rivas, periodista

El agujero negro de Guantánamo sigue en marcha once años después. Obama se ha vuelto a referir a la necesidad de coger impulso para cerrarlo. Es una vergüenza para la humanidad.
Las autoridades estadounidenses  deben adoptar medidas urgentes para reparar estos once años de abusos legales. Los  internados en este campo de concentración estadounidense, deben ser sometidos a juicios con garantías ante tribunales independientes o deberían quedar en libertad. Es la hora de poner en marcha la Declaración Mundial de Derechos Humanos.

De las 779 personas que fueron detenidas, 600 han sido enviados a otros países y quedan 169, según el New York Times.  Además, ocho detenidos murieron bajo custodia.Y es que estos once años de abusos, iniciados por el Presidente Bush, tras el ataque del 11 de septiembre, tienen su reflejo en la persona de Musaab Omar al Madhwani, según investigaciones llevadas a cabo por Amnistía Internacional. Musaab lleva un tercio de su vida en este agujero negro sin saber exactamente cuál va a ser su futuro.

A sus 32 años, este ciudadano yemení  era detenido el 11 de septiembre de 2002 en un apartamento de Karachi (Pakistán). Le ataron de manos y pies, le vendaron los ojos y le golpearon insistentemente con un fusil. Cinco días después lo entregaron a las fuerzas estadounidenses, que lo trasladaron inmediatamente a Afganistán pasando más de un mes en un lugar secreto gestionado por los militares.
Durante este tiempo fue torturado hasta la saciedad. En octubre lo enviaron a la base estadounidense de Bagram (Irak) en donde fue de nuevo sometido a maltratos ilegales. Como no decía lo que los militares estadounidenses querían oír, lo enviaron a Guantánamo, una ciudad al sudeste de la isla cubana, capital de la provincia del mismo nombre en donde sus habitantes viven del azúcar y del café.
Pasaron dos años más hasta que tuvo acceso a un abogado, y casi seis hasta que la Corte Suprema de Justicia estadounidense resolvió que él y otras personas recluidas en Guantánamo tenían derecho a impugnar la legalidad de su detención ante un tribunal. Finalmente, la petición de habeas corpus de Musaab Al Madhwani se estudió en 2010. “Han pasado más de 10 años desde que quedó bajo custodia, y Estados Unidos, que no lo ha acusado de ningún delito, alega que tiene derecho a mantenerlo recluido indefinidamente en nombre de su “guerra” global contra Al Qaeda y sus grupos afines”, afirma Amnistía Internacional. 

En 2010, un juez de la Corte Federal de Primera Instancia encargado de estudiar la petición de Musaab al Madhwani concluyó que éste era “como mucho, una figura menor en Al Qaeda, que al parecer nunca finalizó su adiestramiento en el manejo de armas, nunca disparó un arma en una batalla, y nunca planificó conspiraciones terroristas, participó en ellas o siquiera tuvo conocimiento sobre ellas”. En mayo de 2011, la Corte de Apelaciones de Estados Unidos confirmó el fallo.
La triste historia de Musaab es sólo un caso más de las muchas que han pasado por Guantánamo.

De los 779 detenidos recluidos en la base de Guantánamo desde 2002, sólo uno ha sido trasladado a Estados Unidos para ser juzgado ante una corte federal ordinaria. Otros han sido enjuiciados ante comisiones militares, en procesos que incumplen las normas internacionales sobre garantías procesales. Actualmente, el gobierno pide la pena de muerte para seis de los hombres sometidos a estos juicios, lo que supone una clara violación del derecho internacional.

Los papeles publicados por Wikileaks en 2012 afirmaban que Guantánamo “creó un sistema policial y penal sin garantías en el que solo importaban dos cuestiones: cuánta información se obtendría de los presos, aunque fueran inocentes, y si podían ser peligrosos en el futuro”. Hay casos, según revelan los informes secretos, en los que ni siquiera el Gobierno de EE UU sabe los motivos por los que alguno de los hombres fue trasladado a Guantánamo, y otros en los que ha concluido que el detenido no suponía peligro alguno como el caso de un anciano de 89 años con demencia senil y depresión que vivía en un complejo residencial en el que apareció un teléfono por satélite.

Treinta presos en Guantánamo padecían enfermedades psiquiátricas, depresiones profundas, graves trastornos de personalidad y varios protagonizaron reiterados intentos de suicidio que en algunos casos se consumaron, según las evaluaciones médicas a las que se les sometía en el campo Rayos X al ingresar en el centro carcelario. Según los psiquiatras militares, la enfermedad de algunos presos se transformaba en peligro de militancia en los grupos yihadistas.

Georges Busch inició la llamada “guerra contra el terror”, tras los espantosos atentados del 11 de Septiembre, en donde vimos morir a miles de ciudadanos inocentes de forma cruel. Pero esos hechos no justifican que un país democrático como Estados Unidos utilice las desapariciones forzosas o la tortura como método para luchar contra nada.

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