domingo, 20 de enero de 2013

PEQUEÑO HOMENAJE A UN GRAN ACTOR

Elena Herreros 
No siempre los periodistas tenemos la oportunidad de dar buenas noticias. Quizá esa sea la parte más dura de esta profesión y, sobre todo, cuando la noticia a dar es una muerte. Esta semana ha fallecido uno de los grandes en el mundo del cine, de los aclamados, de los seguidos, como lo era Fernando Guillén.
La verdad es que nadie se muere nunca, sigue viviendo en el recuerdo de los que se quedan que, a su vez, trasmiten este recuerdo a generaciones posteriores. La memoria es la facultad más grande y valiosa que posee el hombre. Permite compartir momentos con personas que, aunque físicamente ya no están contigo, lo están en tu mente, tus sueños, tus imaginación... No hay nada más bonito (y más barato, algo importante en tiempos de crisis) que soñar e imaginar. Yo he recorrido medio mundo con la imaginación, y he vuelto a vivir momentos preciosos, divertidos, alegres con mi padre, por ejemplo. Si, es verdad, mi padre ya no me acompaña físicamente en el camino de la vida, pero eso no quiere decir que yo no comparta momentos con él, y muchos además. Siempre va conmigo, me acompaña, me aconseja: "Curritas (como me llamaba él) no hagas esto, ó Curritas haz lo otro, ó Curritas estoy orgulloso de ti". Y todo esto es gracias a ella, a la memoria, que nos permite seguir viviendo lo que ya es historia.
Pues bien, Fernando Guillén dejó una gran memoria. Memoria filmada, ya que a lo largo de su vida participó en más de cien títulos de nuestro cine. Esta memoria es la que más perdura en el tiempo, persiste a pesar de su fugacidad, es la memoria de su paso físico por la vida, de sus actuaciones o de sus diálogos en las numerosas obras de teatro que ha representado este gran artista. Siempre nos quedará en la memoria ese momento de Fernando con su hija Cayetana Guillén Cuervo, en la Dos de TVE, para hablar de la excepcionalidad de la obra "Don Juan en los Infiernos", la película de Gonzalo Suárez que siempre quedará en el recuerdo de todos nosotros, y cuyo protagonista no era otro que su padre, Fernando Guillén.. Ese día su hija Cayetana le estaba riendo un homenaje a su padre, un momento muy emocionante entre padre e hija. Eso sí, el no se estaba despidiendo ni mucho menos. De pelo moreno y gran atractivo, era un hombre lleno de vitalidad, de pasión por su trabajo, su oficio como actor, de pasión por su interpretación en la vida, los escenarios y la gran pantalla. Por todo ello, le quiero rendir este pequeño homenaje a un gran actor.

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